viernes, 22 de abril de 2011

Drogas, putas drogas.

Hola mamá, hoy no me queda más remedio que explicarte el porqué de todo esto, y ya que no puedo articular la boca pienso que lo único que puedo hacer es escribirte esta carta con la mano derecha, que creo que es la única que me funciona de las dos. Me duele mucho la cabeza, y la espalda, apenas veo y la gente cuando pasa a verme dice que los tengo muy rojos, de vez en cuando me sale sangre de la nariz y las piernas llevan días paralizadas. Quería pedirte perdón por todo lo que te estoy haciendo pasar, por este mal momento.. Yo siempre he tenido fama de tonto, de marginado, de empollón, de antisocial, de necio, pero poco a poco me empecé a sentir mejor cuando la gente se paraba a hablar conmigo, y la verdad esque no me costó mucho, por no decir nada, tan sólo darle unas caladas al porro del de al lado. Empecé a salir de fiesta con los chicos y chicas de mi clase, bebía, bailaba y me lo pasaba muy bien, pero en lo que me concentraba era en lo de siempre, que me pasaran el maldito porro.. Una noche se me acabó el papel, y me fuí a dar una vuelta para ver si alguien me podía prestar un poco del sullo. Ví a aquel chico tan popular del instituto, y los rumores de que se drogaba eran muchos, asíque no dudé en acercame. Le pregunté pero no tenía, me dijo que solamente llevaba encima un espejo y sustancia para dos o tres rallas de cocaína, me preguntó que si me apetecía meterme una con él.. La primera vez lo negué sin dudarlo, pero luego me comió la cabeza y lo hice. Por la mañana, me desperté en la entrada de un bar, con la ropa manchada, el espejo de aquel tipo en mi mano (en él se apreciaban aún unos granitos de cocaína) y en mi bolsillo no estaba mi cartera, ni mi móvil.. Fuí a casa, pero papá y tú supongo que habríais salido a tomar algo, asique fui a ver donde estaban mis colegas. Los ví en un parque bebiendo litronas y cuando me vieron no tardaron en ofrecerme pastillas, porros, maría, coca.. Los miré y supuse que si no lo hacía yo iba a quedar como el cobarde, como el tonto, como lo que fuí hace un tiempo. Asique abrí las manos y me dieron todo lo que tenían, me lo metí y desde ahí no recuredo más de ese día.. Así fueron pasando los meses, las semanas. Mamá, sé que muchas veces me preguntabas que porqué llevaba los ojos rojos, o porqué mi comportamiento tan bruto, pero yo fuí un idiota que no te dije nada.. Lo que empezó como un pasatiempo se convirtío en una adicción que no podía dejar atrás.. Un día cogí ví una moto aparcada en la puerta de un local y la robé, la encendí y, drogado hasta el culo, me fuí a hacer el burro.. Pero pasó un coche delante de mí, me tiró, no llevaba casco, y bueno.. Ahora estoy aquí. Supongo que me quedan pocas horas de vida mamá, y que aunque te diga que no sufras por mí, que no me lo merezco y que yo me lo he buscado, me da pena morir con 17 años, sin haberme sacado una carrera, sin conocer a amigos de verdad, y conocer a mi primer amor. Las drogas nos controlan como si fueramos marionetas.. Porque muchas veces te hundes en las drogas por miedo a enfrentarte a la vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario